Crónica del III Congreso Internacional de la AECLM en Estambul, celebrado entre los días 8 y 12 de octubre de 2019

                                                                                                      Isabel Villalta Villalta






Siete escritores de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha (AECLM), a la cabeza la secretaria Almudena Mestre y el presidente Alfredo Villaverde, e igual de dispuestos Elena Rojo, Juan Parera, Celestina Santos, Pilar Benito y yo misma, nos embarcamos el día 8 de octubre hacia Estambul para celebrar el III Congreso Internacional de la Asociación. Allí fuimos a llevar rico grano de nuestra cosecha a los interlocutores y estudiantes en la Universidad y el Instituto Cervantes de la megápolis del Bósforo. Excelente travesía en dirección este reflejándose en el Mediterráneo la sombra de la aeronave de Pegasus.

Traslado al hotel, cerca de la plaza Taksin, centro neurálgico de la inabarcable urbe donde se alza el monumento a Atatürk, célebre estadista que en 1934 declaró la República Turca. Cena juntos en uno de los locales típicos, muy amablemente atendidos por varios jóvenes muy serviciales, y reposo hasta la mañana siguiente. 



El miércoles día 9 por la mañana nos esperaba el director del Cervantes, Gonzalo Manglano de Garay, para acompañarnos a la Universidad. Allí nos recibieron la jefa del departamento de Filología Hispánica (Edebiyat Fakültesi), doctora Ebru Yener Göksenli, y sus compañeros Ricardo Campos, María Antonia Panizo, Rafael Carpintero, Mehmet Ilgurel y Seniz Coskun Adigüzel. Tras presentarnos, nos trasladaron al aula donde nos esperaba una treintena de alumnos.

Nuestro presidente presentó a la Asociación y a la región de Castilla-La Mancha y habló de la rica tradición literaria universal que alberga, desde el Cantar de mío Cid de Pero Abad o el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita, al grandísimo Francisco de Quevedo o el infinito Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes.

Seguidamente, nuestro compañero Juan Parera expuso la ponencia “Estambul: crisol de culturas, canal de transculturización. La vidriera religiosa”. Uniendo Estambul y la Mancha a través de las interrelaciones históricas, la transferencia greco-latina e islámica a Europa, explicó de manera muy elocuente cómo el arte y sus formas han recorrido desde el lugar donde nos encontrábamos los espacios culturales y creativos mediterráneos, para alumbrar ejemplos de perfección y belleza asombrosos como las vidrieras de la catedral de Cuenca, de Gerardo Rueda.

Alfredo expuso ahora su ponencia “Turquía en la literatura española hasta el siglo XVIII”, citando ejemplos muy interesantes, y presentó su Cuaderno de Estambul. Un libro de poemas dedicados a la ciudad euroasiática, sus diferentes y sugestivos aspectos artísticos, gastronómicos, culturales, ciudadanos…, todos evocadores y vivificadores; una publicación ilustrada con fotografías, igual de diferentes, de espacios y rincones de la ciudad.  

Llegó mi intervención y presenté mi Cuaderno de Estambul España y Turquía. La luz de dos extremos de Europa. Estudio y poemas apasionadamente, donde he recogido los textos aportados al Congreso y otros relacionados con nuestro origen y destino culturales, respectivamente. De mi ponencia “Bizancio y Estambul, los dos topónimos de razón geográfica de la capital de Turquía en la historia”, expuse en la pizarra ejemplos de toponimia comparada desde las raíces etimológicas que dieron los topónimos protagonistas. Me cabe la satisfacción de que varios alumnos se mostraron muy interesados, preguntándome y tomando notas en su cuaderno de trabajo.

Llegó, para finalizar, el turno de Almudena Mestre. En su ponencia “Estambul visto por una mujer en el siglo XVIII: las cartas de Lady Mary Wortley Montagu”, mostró la gran pasión que ejerció la bella ciudad turca y la cultura oriental en la aristócrata y escritora británica, esposa del embajador en Turquía, y su curiosidad por las prácticas de mujeres de allí de inoculación de la viruela, que aprendió y aportó a su país y fue transmitido al resto de países para la creación de la vacuna contra la temible enfermedad; una mujer admirable que ayudó desde Estambul a la salud en el mundo.

Finalizó Almudena y el Simposio.

Con gran compañerismo y muy amablemente los profesores nos condujeron a su departamento, donde no dejó de estar con nosotros nuestro estimado director Gonzalo Manglano, y nos invitaron a café y delicias turcas. Charlamos animosos de diversos temas.

Caminando y explicándonos lugares de interés de la ciudad, el señor Manglano nos llevó a comer a un lugar especial, un prestigioso restaurante de exquisita comida turca con unas vistas única a Santa Sofía y el Cuerno de Oro.

Esa tarde, en la gran explanada del barrio de Sultanahmed, visitamos la Basílica de Santa Sofía, construida en el siglo IV y desde 1935 convertida en museo, la Cisterna Basilical, impresionante depósito que albergaba las aguas que abastecían la ciudad en las antiguas Bizancio y Constantinopla, y la Mezquita Azul, así llamada por sobresalir ese color en los azulejos con que está revestido el interior de sus muros. El nombre de la mezquita en turco, Sultanahmed camii, en honor del sultán que la mandó construir a principios del siglo XVII.

Llegamos al Gran Bazar, calles del entorno rodeadas de multitud de puestos y bulliciosas de transeúntes. Pasamos dentro, hasta la primera encrucijada, pero sin intención hoy de perdernos en su marabunta laberíntica; tiempo habría cuando quedásemos libres de los cometidos principales del Congreso.

Fuimos buscando la boca de metro de regreso más próxima pero nos detuvimos en la enorme avenida Istiklal Caddesi, calle peatonal también llamada de la Independencia flanqueada por edificios del siglo XIX, en cuyos bajos se encuentran tiendas internacionales, librerías, cines, cafeterías, heladerías… Una calle larguísima llena tranquilo ajetreo de transeúntes, de perfumes de vida, de una brisa, este día para nosotros, algo húmeda que acariciaba nuestro cansancio de tanto recorrido anterior y nos relajó en su extraordinario y sosegado ambiente.

Fuimos admirando edificios, escaparates, puestos de helados con su típico arte acróbata para servirlos, multitud de establecimientos de delicias turcas… Nos metimos en uno a dividir el tiempo de placer sostenido. Sentados en una de sus mesas, nos tomamos unos dulces de chocolate y pistacho y un café o té turcos, charlamos, leímos, nos contamos aventuras y quehaceres personales…

Volvimos a tomar la calle y seguimos hasta plaza Taksin, cerca ya nuestro hotel. Nos despedimos con cita en el vestíbulo a las 9:00h del día siguiente.



El jueves día 10 nos fuimos al barrio de Eyüp, donde en su plaza se encuentra la bella mezquita homónima, lugar bullicioso de peregrinaje y, escalando por la colina del Cuerno de Oro, el singular e impresionante Cementerio de Eyüp extendido hasta alcanzar la cima de la esbelta colina.

A nuestra derecha iban quedando las singulares tumbas, todas con inscripciones llamativas referentes al difunto. La pequeña torre de granito que las encabeza está coronada de un turbante si el sepultado es hombre, o por un chal o flores si es mujer. Un amplísimo espacio sagrado que se derrama hasta casi la ribera del agua, hecho parque por donde pasea la gente.                

El camino en pendiente, bien acondicionado, era el lugar de paseo habitual del escritor Pierre Loti. A medida que escalábamos las vistas iban cobrando esplendor. Nos detuvimos en el gran mirador, desde donde nuestra impresión y emoción frente al majestuoso paisaje del Bósforo y la infinita ciudad, fueron rotundas.

En la cima, el Café Pierre Loti. 

Mesas al aire libre. Lugar para quedarse sin tiempo. Allí nos esperaba definitivamente una de las vistas más bellas de la ciudad de Estambul para disfrutarla tranquilos mientras se toma en sus mesas charla y té o café o cualquier otra delicia; abandonarse como lo hicimos los compañeros alrededor de una mesa. 


Pasamos al interior del Café, lleno de recuerdos y fotografías del escritor-militar de finales del siglo XIX. Pierre Loti escribió aquí su primera novela, Aziyadé, ambientada en la ciudad y donde relata su amor por una mujer musulmana. En el local vendían ejemplares traducidos a diversos idiomas, y nos cogimos el nuestro.

Iniciamos el descenso para visitar abajo la hermosa mezquita de Eyüp. En el lugar sagrado se estaban celebrando unas exequias y está prohibida la entrada a los no musulmanes durante la ceremonia. Pero algunos logramos entrar bien cubiertos y tener ocasión de contemplar un interior majestuoso, ahora lleno de hondo recogimiento. Fuera, en el extenso espacio que sirve de pórtico después de traspasar la gran puerta exterior, las mujeres familiares del difunto obsequiaban a todos los presentes con dulces, que tomamos directamente de la caja donde tan amable y recogidamente los ofrecían… Qué experiencia humana y hermosa, en medio del dolor por la pérdida de un ser querido.



Salimos, admiramos la plaza y su bullicio. Escogimos un local y comimos aquí. Pasamos al situado en una esquina de la plaza. De nuevo disfrutamos de una exquisita comida turca.

Cogimos el bus de regreso para estar pronto en casa. A las 16:00h partiríamos para el Instituto Cervantes, donde nos esperaba el director.

Ducha, guapos, cartera con libros y ponencias quienes las leían aquí, en la sede institucional estambulina de enseñanza del español. El director nos condujo al piso de arriba donde se encuentra el salón de actos. Todos acomodados y con público, nos dirigió unas palabras de bienvenida y nos invitó a ir subiendo.

Primero habló el presidente Alfredo, de igual forma que en la universidad presentando al grupo y la Asociación y a nuestra región manchega y haciendo el mismo recorrido por su rica tradición literaria. Seguidamente fueron subiendo las ponentes.

Celestina Santos expuso la titulada “Orhan Pamuk. Amor en Estambul”. El premio Nobel de Literatura turco, 2006, y el personaje de una de sus novelas, lleno de amor por su ciudad y de dignidad humana mientras arrastra su carrito de venta callejera, un tema de análisis literario que sumerge de lleno en el alma humilde y sencilla de la ciudad desde la impresión y devoción de uno de sus ciudadanos.

A continuación, Elena Rojo habló del escritor francés Julien Viaud, cuyo seudónimo fue Pierre Loti. El título de su trabajo, “Estambul en las novelas de Pierre Loti. Aziyadé”. Esa novela marcó el alma de la ciudad de Estambul. Como militar, el joven escritor se enamoró de una joven musulmana y, bajo la clandestinidad a la que les obligaba el que ella fuera casada, vivió una de las pasiones amorosas más bellas llevadas a la literatura.

Finalizó las ponencias Pilar Benito. Su trabajo “El ayer y hoy de la mujer oriental y occidental” manifiesta una defensa de la libertad de la mujer, sean cualesquiera su origen y residencia. El trabajo conjunto entre hombre y mujer por el bien de la familia y la felicidad de los cónyuges para una sociedad sana. Pilar expuso casos prácticos, señaló aspectos y deberes, aunque desde el respeto a las culturas.

Subí yo para recitar el poema que he escrito a Estambul ad hoc para el Congreso. Estambul, una turquesa radiante. Un poema que resume y refleja la historia de la ciudad desde su fundación por los griegos allá en el siglo VII a C, a la megápolis que es transcurridos los siglos, su monumentalidad, su arte y su bullicio explosión y unidad de culturas euroasiáticas en una geografía única e impresionante como es el Estrecho del Bósforo. 





                                               Nos tomamos una foto de grupo.

Esta tarde noche volvimos a pasear por las bulliciosas calles y cenamos en unos de los numerosos locales. De nuevo, un placer.

Descanso y cita para el día siguiente, todo él libre.

El viernes día 11, unos quedaron para ir al Gran Bazar, otros, a la iglesia de San Salvador de Chora, quintaesencia del arte bizantino, y otros a realizar nuestras compras por la fecunda de ofertas, todavía no descubiertas en su totalidad, Avenida Istiklal Caddesi. A mediodía quedamos en vernos todos en el Puente Gálata para comer el típico bocadillo de caballa. Allí nos encontraríamos.

Tras las compras, quienes nos quedamos más cerca llegamos hacia el barrio de Eminönü y el Puente Gálata en un paseo en el tranvía.

Ya caminando, paso por la Torre Gálata, una de las más antiguas del mundo, construida por los genoveses en el siglo XIV. Bullicio variopinto imparable. Y alcanzamos el Puente, la extensión espectacular a un lado y otro del Cuerno de Oro. Nos encontramos y nos sentamos a saciar nuestra hambre. Rico bocadillo de caballa fresca a la plancha con lechuga y cebolla. Ummm, delicioso.

Al finalizar la comida, situados en la parte europea, unos regresaron a seguir viendo cosas cerca del Bazar de las Especias, porque ya se habían paseado en el ferry el día anterior, y otros tomamos el barco para dar un imprescindible paseo, en cualquier visita a Estambul por muchas veces que vuelvas, por el estrecho del Bósforo y llegar así, esta vez, a la parte asiática y desembarcar en el barrio de Kadiköy y pasar una tarde distinta, viendo cosas y un ambiente diferentes.



Veinte minutos inflamados de movimiento de olas, brisa marina y vuelo de gaviotas se tardan en alcanzar la otra orilla. Desembarcamos y paseamos por este barrio de moda rodeados de un clima social más abierto y occidental a pesar de ser la parte asiática; menos turístico que el de Sultanahmet y, en general, la zona estambulina europea.

Centros culturales, bares, cafeterías y tiendas diversas plagan esta gran barriada residencial de la Estambul asiática, donde mucha gente se ha venido a vivir por ser los alquileres más económicos. El transporte en ferry lo toma mucha gente para ir a trabajar y volver a su hogar en ambas orillas. Regresamos al muelle y tomamos el ferry de vuelta.


Nos cogió en el trayecto la bella puesta de sol, un momento así de especial.







Desembarcamos en el muelle Eminönü, al sur del Puente Gálata, y caminamos a la parada de buses. Las luces nocturnas le concedían a la ciudad un ambiente revestido de magia.

Al día siguiente a las 7:00 nos recogía nuestro transporte personal para llevarnos de regreso al aeropuerto.

Sábado día 12 y todos puntuales en el vestíbulo a la hora convenida. El transporte igual de eficaz. Despedida del hotel y salida hacia el aeropuerto. Adiós a la bellísima ciudad desde la carretera, sus barrios modernos de impresionantes rascacielos u otros más clásicos. Adiós al maravillo Estrecho del Bósforo que alumbra prodigios. Llegada al aeropuerto. Entramos y buscamos una cafetería donde desayunar.

Embarcamos. Día despejado. Unas cinco horas de otro vuelo estupendo y llegada a Madrid a las 14:35h. locales (en Turquía, una hora más), como estaba previsto.

¡Maravilloso viaje de Congreso a Estambul!

Queridos compañeros: ha sido un inmenso placer compartir esta nueva aventura.

Nos volveremos a ver. Un beso grande.

  


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