Isabel Villalta Villalta
Siete escritores de la
Asociación de Escritores de Castilla La Mancha (AECLM), a la cabeza la secretaria
Almudena Mestre y el presidente Alfredo Villaverde, e igual de dispuestos Elena
Rojo, Juan Parera, Celestina Santos, Pilar Benito y yo misma, nos embarcamos el
día 8 de octubre hacia Estambul para celebrar el III Congreso
Internacional de la Asociación. Allí fuimos a llevar rico grano de nuestra
cosecha a los interlocutores y estudiantes en la Universidad y el Instituto
Cervantes de la megápolis del Bósforo. Excelente travesía en dirección este reflejándose
en el Mediterráneo la sombra de la aeronave de Pegasus.
Traslado al hotel, cerca
de la plaza Taksin, centro neurálgico de la inabarcable urbe donde se alza el
monumento a Atatürk, célebre estadista que en 1934 declaró la República Turca. Cena
juntos en uno de los locales típicos, muy amablemente atendidos por varios
jóvenes muy serviciales, y reposo hasta la mañana siguiente.
El miércoles día 9 por
la mañana nos esperaba el director del Cervantes, Gonzalo Manglano de Garay,
para acompañarnos a la Universidad. Allí nos recibieron la jefa del
departamento de Filología Hispánica (Edebiyat Fakültesi), doctora Ebru Yener
Göksenli, y sus compañeros Ricardo Campos, María Antonia Panizo, Rafael
Carpintero, Mehmet Ilgurel y Seniz Coskun Adigüzel. Tras presentarnos, nos
trasladaron al aula donde nos esperaba una treintena de alumnos.
Nuestro presidente
presentó a la Asociación y a la región de Castilla-La Mancha y habló de la rica
tradición literaria universal que alberga, desde el Cantar de mío Cid de
Pero Abad o el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita, al grandísimo
Francisco de Quevedo o el infinito Don Quijote de la Mancha de Miguel de
Cervantes.
Seguidamente, nuestro
compañero Juan Parera expuso la ponencia “Estambul: crisol de culturas, canal
de transculturización. La vidriera religiosa”. Uniendo Estambul y la Mancha a
través de las interrelaciones históricas, la transferencia greco-latina e
islámica a Europa, explicó de manera muy elocuente cómo el arte y sus formas
han recorrido desde el lugar donde nos encontrábamos los espacios culturales y
creativos mediterráneos, para alumbrar ejemplos de perfección y belleza
asombrosos como las vidrieras de la catedral de Cuenca, de Gerardo Rueda.
Alfredo expuso ahora su
ponencia “Turquía en la literatura española hasta el siglo XVIII”, citando
ejemplos muy interesantes, y presentó su Cuaderno de Estambul. Un libro de
poemas dedicados a la ciudad euroasiática, sus diferentes y sugestivos aspectos
artísticos, gastronómicos, culturales, ciudadanos…, todos evocadores y
vivificadores; una publicación ilustrada con fotografías, igual de diferentes, de
espacios y rincones de la ciudad.
Llegó mi intervención y
presenté mi Cuaderno de Estambul España y Turquía. La luz de dos extremos de
Europa. Estudio y poemas apasionadamente, donde he recogido los textos
aportados al Congreso y otros relacionados con nuestro origen y destino
culturales, respectivamente. De mi ponencia “Bizancio y Estambul,
los dos topónimos de razón geográfica de la capital de Turquía en la historia”,
expuse en la pizarra ejemplos de toponimia comparada desde las raíces
etimológicas que dieron los topónimos protagonistas. Me cabe la satisfacción de
que varios alumnos se mostraron muy interesados, preguntándome y tomando notas
en su cuaderno de trabajo.
Llegó, para finalizar, el
turno de Almudena Mestre. En su ponencia “Estambul visto por una mujer en el
siglo XVIII: las cartas de Lady Mary Wortley Montagu”, mostró la gran pasión
que ejerció la bella ciudad turca y la cultura oriental en la aristócrata y escritora
británica, esposa del embajador en Turquía, y su curiosidad por las prácticas
de mujeres de allí de inoculación de la viruela, que aprendió y aportó a su
país y fue transmitido al resto de países para la creación de la vacuna contra
la temible enfermedad; una mujer admirable que ayudó desde Estambul a la salud
en el mundo.
Finalizó Almudena y el
Simposio.
Con gran compañerismo y muy
amablemente los profesores nos condujeron a su departamento, donde no dejó de estar
con nosotros nuestro estimado director Gonzalo Manglano, y nos invitaron a café
y delicias turcas. Charlamos animosos de diversos temas.
Caminando y explicándonos
lugares de interés de la ciudad, el señor Manglano nos llevó a comer a un lugar
especial, un prestigioso restaurante de exquisita comida turca con unas vistas única
a Santa Sofía y el Cuerno de Oro.
Esa tarde, en la gran
explanada del barrio de Sultanahmed, visitamos la Basílica de Santa Sofía,
construida en el siglo IV y desde 1935 convertida en museo, la Cisterna
Basilical, impresionante depósito que albergaba las aguas que abastecían la
ciudad en las antiguas Bizancio y Constantinopla, y la Mezquita Azul, así
llamada por sobresalir ese color en los azulejos con que está revestido el
interior de sus muros. El nombre de la mezquita en turco, Sultanahmed camii,
en honor del sultán que la mandó construir a principios del siglo XVII.
Llegamos al Gran Bazar, calles
del entorno rodeadas de multitud de puestos y bulliciosas de transeúntes.
Pasamos dentro, hasta la primera encrucijada, pero sin intención hoy de
perdernos en su marabunta laberíntica; tiempo habría cuando quedásemos libres
de los cometidos principales del Congreso.
Fuimos buscando la boca
de metro de regreso más próxima pero nos detuvimos en la enorme avenida Istiklal
Caddesi, calle peatonal también llamada de la Independencia flanqueada por
edificios del siglo XIX, en cuyos bajos se encuentran tiendas internacionales,
librerías, cines, cafeterías, heladerías… Una calle larguísima llena tranquilo
ajetreo de transeúntes, de perfumes de vida, de una brisa, este día para
nosotros, algo húmeda que acariciaba nuestro cansancio de tanto recorrido
anterior y nos relajó en su extraordinario y sosegado ambiente.
Fuimos admirando
edificios, escaparates, puestos de helados con su típico arte acróbata para
servirlos, multitud de establecimientos de delicias turcas… Nos metimos en uno
a dividir el tiempo de placer sostenido. Sentados en una de sus mesas, nos
tomamos unos dulces de chocolate y pistacho y un café o té turcos, charlamos,
leímos, nos contamos aventuras y quehaceres personales…
Volvimos a tomar la calle
y seguimos hasta plaza Taksin, cerca ya nuestro hotel. Nos despedimos con cita
en el vestíbulo a las 9:00h del día siguiente.
A nuestra derecha iban
quedando las singulares tumbas, todas con inscripciones llamativas referentes
al difunto. La pequeña torre de granito que las encabeza está coronada de un
turbante si el sepultado es hombre, o por un chal o flores si es mujer. Un
amplísimo espacio sagrado que se derrama hasta casi la ribera del agua, hecho
parque por donde pasea la gente.
El camino en pendiente,
bien acondicionado, era el lugar de paseo habitual del escritor Pierre Loti. A
medida que escalábamos las vistas iban cobrando esplendor. Nos detuvimos en el
gran mirador, desde donde nuestra impresión y emoción frente al majestuoso
paisaje del Bósforo y la infinita ciudad, fueron rotundas.
Mesas al aire libre. Lugar para
quedarse
sin tiempo. Allí nos esperaba definitivamente una de las vistas más bellas de
la ciudad de Estambul para disfrutarla tranquilos mientras se toma en sus mesas
charla y té o café o cualquier otra delicia; abandonarse como lo hicimos los
compañeros alrededor de una mesa.
Iniciamos el descenso
para visitar abajo la hermosa mezquita de Eyüp. En el lugar sagrado se estaban
celebrando unas exequias y está prohibida la entrada a los no musulmanes
durante la ceremonia. Pero algunos logramos entrar bien cubiertos y tener
ocasión de contemplar un interior majestuoso, ahora lleno de hondo recogimiento.
Fuera, en el extenso espacio que sirve de pórtico después de traspasar la gran
puerta exterior, las mujeres familiares del difunto obsequiaban a todos los
presentes con dulces, que tomamos directamente de la caja donde tan amable y recogidamente
los ofrecían… Qué experiencia humana y hermosa, en medio del dolor por la
pérdida de un ser querido.
Salimos, admiramos la
plaza y su bullicio. Escogimos un local y comimos aquí. Pasamos al situado en
una esquina de la plaza. De nuevo disfrutamos de una exquisita comida turca.
Cogimos el bus de regreso
para estar pronto en casa. A las 16:00h partiríamos para el Instituto
Cervantes, donde nos esperaba el director.
Ducha, guapos, cartera
con libros y ponencias quienes las leían aquí, en la sede institucional estambulina
de enseñanza del español. El director nos condujo al piso de arriba donde se
encuentra el salón de actos. Todos acomodados y con público, nos dirigió unas
palabras de bienvenida y nos invitó a ir subiendo.
Primero habló el
presidente Alfredo, de igual forma que en la universidad presentando al grupo y
la Asociación y a nuestra región manchega y haciendo el mismo recorrido por su
rica tradición literaria. Seguidamente fueron subiendo las ponentes.
Celestina Santos expuso
la titulada “Orhan Pamuk. Amor en Estambul”. El premio Nobel de Literatura
turco, 2006, y el personaje de una de sus novelas, lleno de amor por su ciudad
y de dignidad humana mientras arrastra su carrito de venta callejera, un tema
de análisis literario que sumerge de lleno en el alma humilde y sencilla de la
ciudad desde la impresión y devoción de uno de sus ciudadanos.
A continuación, Elena
Rojo habló del escritor francés Julien Viaud, cuyo seudónimo fue Pierre Loti.
El título de su trabajo, “Estambul en las novelas de Pierre Loti. Aziyadé”.
Esa novela marcó el alma de la ciudad de Estambul. Como militar, el joven
escritor se enamoró de una joven musulmana y, bajo la clandestinidad a la que
les obligaba el que ella fuera casada, vivió una de las pasiones amorosas más bellas
llevadas a la literatura.
Finalizó las ponencias
Pilar Benito. Su trabajo “El ayer y hoy de la mujer oriental y occidental”
manifiesta una defensa de la libertad de la mujer, sean cualesquiera su origen
y residencia. El trabajo conjunto entre hombre y mujer por el bien de la
familia y la felicidad de los cónyuges para una sociedad sana. Pilar expuso
casos prácticos, señaló aspectos y deberes, aunque desde el respeto a las
culturas.
Subí yo para recitar el
poema que he escrito a Estambul ad hoc para el Congreso. Estambul,
una turquesa radiante. Un poema que resume y refleja la historia de la
ciudad desde su fundación por los griegos allá en el siglo VII a C, a la
megápolis que es transcurridos los siglos, su monumentalidad, su arte y su
bullicio explosión y unidad de culturas euroasiáticas en una geografía única e
impresionante como es el Estrecho del Bósforo.
Esta tarde noche volvimos
a pasear por las bulliciosas calles y cenamos en unos de los numerosos locales.
De nuevo, un placer.
Descanso y cita para el
día siguiente, todo él libre.
El viernes día 11,
unos quedaron para ir al Gran Bazar, otros, a la iglesia de San Salvador de
Chora, quintaesencia del arte bizantino, y otros a realizar nuestras compras
por la fecunda de ofertas, todavía no descubiertas en su totalidad, Avenida
Istiklal Caddesi. A mediodía quedamos en vernos todos en el Puente Gálata para
comer el típico bocadillo de caballa. Allí nos encontraríamos.
Tras las compras, quienes
nos quedamos más cerca llegamos hacia el barrio de Eminönü y el Puente Gálata
en un paseo en el tranvía.
Ya caminando, paso por la
Torre Gálata, una de las más antiguas del mundo, construida por los genoveses
en el siglo XIV. Bullicio variopinto imparable. Y alcanzamos el Puente, la
extensión espectacular a un lado y otro del Cuerno de Oro. Nos encontramos y
nos sentamos a saciar nuestra hambre. Rico bocadillo de caballa fresca a la plancha
con lechuga y cebolla. Ummm, delicioso.
Al finalizar la comida, situados
en la parte europea, unos regresaron a seguir viendo cosas cerca del Bazar de
las Especias, porque ya se habían paseado en el ferry el día anterior, y otros tomamos
el barco para dar un imprescindible paseo, en cualquier visita a Estambul por
muchas veces que vuelvas, por el estrecho del Bósforo y llegar así, esta vez, a
la parte asiática y desembarcar en el barrio de Kadiköy y pasar una tarde
distinta, viendo cosas y un ambiente diferentes.
Veinte minutos inflamados
de movimiento de olas, brisa marina y vuelo de gaviotas se tardan en alcanzar
la otra orilla. Desembarcamos y paseamos por este barrio de moda rodeados de un
clima social más abierto y occidental a pesar de ser la parte asiática; menos
turístico que el de Sultanahmet y, en general, la zona estambulina europea.
Centros culturales,
bares, cafeterías y tiendas diversas plagan esta gran barriada residencial de
la Estambul asiática, donde mucha gente se ha venido a vivir por ser los
alquileres más económicos. El transporte en ferry lo toma mucha gente para ir a
trabajar y volver a su hogar en ambas orillas. Regresamos al muelle y tomamos
el ferry de vuelta.
Desembarcamos en el
muelle Eminönü, al sur del Puente Gálata, y caminamos a la parada de buses. Las
luces nocturnas le concedían a la ciudad un ambiente revestido de magia.
Al día siguiente a las
7:00 nos recogía nuestro transporte personal para llevarnos de regreso al
aeropuerto.
Sábado día 12
y todos puntuales en el vestíbulo a la hora convenida. El transporte igual de
eficaz. Despedida del hotel y salida hacia el aeropuerto. Adiós a la bellísima
ciudad desde la carretera, sus barrios modernos de impresionantes rascacielos u
otros más clásicos. Adiós al maravillo Estrecho del Bósforo que alumbra
prodigios. Llegada al aeropuerto. Entramos y buscamos una cafetería donde desayunar.
Embarcamos. Día despejado.
Unas cinco horas de otro vuelo estupendo y llegada a Madrid a las 14:35h.
locales (en Turquía, una hora más), como estaba previsto.
¡Maravilloso viaje de
Congreso a Estambul!
Queridos compañeros: ha
sido un inmenso placer compartir esta nueva aventura.
Nos volveremos a ver. Un
beso grande.
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