LA BELLEZA IMPERECEDERA DE UNA NOCHE IDEAL
Conceder y admitir en nuestros
frágiles latidos fuerza de unión, regalos germinados en una concentración
medular, todo lo que nos hace auténticos, criaturas inquietas que han llegado a
la vida a crecer y expandirse por el aura del tiempo y sus misterios, de los
planetas, la creación…
Fue una noche ideal envuelta
en cálidas brisas. Todo estaba sereno y vaporoso tras dejar la atmósfera limpia,
fresca y perfumada el último chubasco gentil y curativo de la tarde, que barrió
todo temor y esparció bálsamos para deleites auríferos en el patio estival de
la noche.
Y la Mañana de Carnaval brasileira en la experiencia
musical del maestro del teclado, el noble Ambrosio. Cuánta atención y gozo en
los asistentes, en su temblor.
Dar, recibir, ser seres que alzan su copa y agradecen que el mundo tenga parcelas para el arrullo de la emoción, de la sabiduría que podamos haber venido heredando desde los clásicos, de la depositada en nuestra vida interior, tal vez herida, y ser ungüento, y protección.
Ser luz que nace en el cielo o en el ingenio. Entrecruzar motivos, sueños, antigüedad, sentimientos, saber, temblor… Estar atentos, alagados, agradecidos, hermosos, felices… O errar tal vez y no ser vistos en los despistes o ver los fallos o los aciertos… Intercambiarse imperfecta humanidad y corazón.
Llevar un canto a los perdedores en este mundo de anchas locuras que sacuden y destruyen mundos, eliminan vidas, hermanos, personas como nosotros con ambiciones y devociones o solo inocencia. Llorar, llorar mientras se concibe un homenaje y tal vez cuando alguien lo lee, y estar seguros de que estas “Noches Estivales” son necesarias por todo esto y por mucho más.
Escuchar la magia del saxo de Juan Antonio en su Love Story, acompañado del fiel teclado. Ma ra vi llo so.
Vasto,
colmado Alfredo en ricas palabras. Experimental, calado Antonio.
Elegante e inquieta Eloísa por la Poesía. Joaquín reflexión en la sustancia griega.
Resti
maestro-alumno de clarinete con su Nocturno, bello Nocturno para
Chopin.
Julia
filosofía de vida en lira y verbo libre. Juanjo bucle de amada tierra, íntima patria.
Nieves
nuevas rimas fecundas por la pandemia. Presen de serios versos para la vida.
Teresa dolor por el daño a las mujeres. Tomás hedónico, sensual, algo diablo.
Y escuchar su
voz tras haber leído, tanto leído, descargado, coordinado… y emocionarse.
Y ver ese puñado humano tan
valioso, treinta, cien mil latidos atentos, parejas, amigos como perseidas,
Pepi, Manolo, Antonio, Paco, Begoña…
Caras hermosas, sonrisa para
objetivo, o concentradas, curiosas. Noche dichosa.
Luz
de inventivas y toponimia de flora en El Tomillar, vieja tierra vinícola, cerealista, olivarera y
Y Careless Wisper broche
de oro. Genial el saxo, más florido en la orquestación del gran teclado.
Gentiles músicos y poetas,
público cómodo y agradecido al que agradecer, intercambiarse gracia cuando
ahora sobra, en esta noche, talento, sencillez, excelencia...
Noche de luna y brisas que nos mecían acompañando al balanceo de las palabras, de los acordes, con los regalos impensables de una tarde purificada por chaparrones como caricias hasta el momento mismo, como quien hace sus abluciones para el sagrado. “Va cayendo la tarde y las estrellas, / tímidamente, como si alfileres / o lágrimas en celo, aparecen minúsculas” (Manuel Laespada). Y abrió la luna como una estampa que nos vigila, que nos quiere, que nos cobija. Así la décima “Noche Estival” que da su impulso a Raíz y Rama de la inventiva, los sentimientos, la seductora belleza de las palabras y de la música, sus ecos universales. Noche inmaculada de astros desparramados y luz de luna y tersura del firmamento. Con el deseo de ser felices y aportar concierto en los desconciertos, refugio en el abandono, luz de esperanza en cada desgarro, promesa de dicha y de eternidades.
Cena a los postres, ricas viandas entre sabrosa tertulia, cocina de todos por más colaboración en el regalo de ser enteros, veraces mujeres y hombres en la unidad de esfuerzos por el bien de cada uno y del conjunto, un personal granito a los paladares, asunto también de dioses.
La música sola, ella iba sola,
la voz única de cada vate, cada juglar. Sola para seguir desde esta noche que
fue perfecta, quizás sublime. Y cepillarse el pelo. Y sonreír colmados. Y
querer más.
Hubo quienes no pudieron venir
porque residen lejos (una isla, Gijón, Perú, Cuba, Estados Unidos…: recité a
David en el prodigio de un Cometa íntimo y muy querido) o les cogió de vacaciones u obligaciones. Seguro que también fueron felices. Y aquí ya saben
cómo estuvimos, ya saben lo que de nuevo animó.
Y soplo mi brisa de Iris y a
todos les digo GRACIAS por colaborar para su mérito con Raíz y Rama;
ahora, en esta Noche Estival.
Y gracias a Teresa por las
preciosas fotografías, su no parar a capturar lo inusitado, imágenes mágicas que
van al margen… o en la sección central.
No se lo pierdan. Regalen Raíz y Rama
cuando amen bien -un pleonasmo- o, al menos, en Navidad.
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