HEME AQUÍ

 

Yo soy mujer entera. Entera y en bandeja

que cincilea al horizonte.

Mis dos progenitores

eran igual de fuertes y capaces

para cuidar las mansas mulas

que en los tiempos arcaicos

que llegaron hasta hace poco más

de medio siglo,

ejercieron tracción de laboreo y acarreo,

igual de capaces cortando los racimos,

segando los trigales

o haciendo migas y potajes

que alimentaran las cuadrillas

en el tiempo de la recolección

o a mi hermano y a mí día tras día,

y nos transmitieron de voz y ejemplo

tanto oficio que han de saber hacer

los hombres y mujeres.

Los dos fueron lectores;

ella además hacía tapetes

y colchas de ganchillo y ponía inyecciones

y él repartía, el paso acompasado,

la siembra y el abono

y echaba al aire con un quiebro admirable

la cosecha trillada con la horca y la pala

hasta formar el oro de los peces.

Mi hermano y yo aprendimos

con estas retenciones de conciencia

y ayudando, practicando cocina,

estudio, cuidados, trabajo, leyes

que rigen el progreso

y hacen personas libres y seguras.

 

Yo soy mujer entera. Entera y en bandeja

que cincilea al horizonte.  

Sé que hay quienes me observan,

miradas extendidas que me aprecian

y otras que no me ven absorta y laboriosa,

fecunda de sorpresas

desde minas de oro en oferencia

que pasan bellamente

por todos mis sentidos dilatados.

Quien escarba con garras hasta el fondo

por transmitir fanales.

 

Y heme aquí cercana fecunda y heredera.

Me legaron el libro del esfuerzo y el mérito

y sentir la emoción de lo que brota

de mi mano con el afán de abeja y mariposa.

 

Yo soy mujer entera.

Traje desde el amor que nos inflama

hijos al mundo

y los amamanté y lamí como leona,

hijos hermosos eslabones donde perpetuar

la cadena de pistilos y estambres

y el perfil de combate

para quizás lograr los paraísos.

 

Yo soy mujer entera. Heme aquí lengua

que perfora el lenguaje de la tierra

para decir la cumbre desde el llano y raíces.

Alterno ese quehacer minero

que me hace recular de admiración

en silencio que paraliza todo

y luego exclamar eufórica eureka

como los atenienses.

Mantengo un orden en mi casa

y soy en ella junco de mi río canoro

para que no se agote la cosecha,

el consuelo con gasa y betadine

de una rodilla niña de segundos retoños,

el resplandor de luz en una duda

o soy la propia duda que me aclaran…

El saber y el valer

se van consolidando en una fiel cadena

en hombres y mujeres.

 

Heme aquí mujer que arde

y se funde en calibres engastados

de perlas nacaradas que ha labrado mi concha.

Sigo siendo al emerger de los pozos

sonoros cristalinos

el antiguo descanso del guerrero

y al mismo tiempo balsa

de dulces travesías que nos salvan.

Y sé que por las mentes y corazones nobles

a mí igual se me observa la batalla

-el diezmo sigue siendo

de los poderes pobres y engañosos-.

.

Heme aquí mujer que aprendió

desde niña el oficio total de las personas

enteras en una igualdad

y plenitud universales.

 

Y, mujer, me conmueve Hipatia,

aplaudo a doña Emilia, a Rosa Parks,

a Clara Campoamor, a Montessori,

a Violeta Parra y su voz

inmensa y ténue,

a mis abuelas pesando la cosecha

romana y faltriquera

y repartiendo a sus nietos mantecados;

me duelen en su carne las maestras rapadas

por quienes iban a misa y rezaban

falsamente, sin corazón rezaban.

Me derramo como Almudena Grandes

por alzar las voces heridas

de un tiempo en sombra oscuro

que fusiló a los hombres en el frente,

escondidos o en cárceles

cuando gritaron

por todos libertad, pedían dignidad.

 

Y admiro a los que inflamaban el aire

de notas musicales sanadoras

y a aquellos que supieron romper

el orden de no querer ver

que la mujer asimismo era artista

-qué horror, aquel error machista-.

Y le agradezco a Homero

el punto cero de la Historia,

a Platón la Academia,

a Aristóteles el término medio

de la Filosofía,

la democracia al gobierno de Pericles…;

me conmueven Copérnico y Galilei,

Erasmo, Nebrija, Beethoven, Mozart…;

me admiran Germann Hesse y Vicente Huidobro,

Eco, Fellini, Cuerda, Forges…

o me duele en el alma Federico

y los maestros que enseñaron

el valor primordial de la Naturaleza

y del conocimiento por medio de la práctica…

 

Pero nada reprocho en mi persona.

Yo soy mujer entera que se ha agarrado a todas

las riendas maestras y embellecientes

de la Historia. Heme aquí.

 

                                                                                                    

Isabel Villalta. Licenciada en Filología Hispánica. Etimóloga. Creadora de textos literarios. Fundadora, directora y coordinadora de la antología Raíz y Rama que engrandecen otros autores invitados.

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