HISTORIA DEL CULTIVO DE LA VID EN CASTILLA-LA MANCHA              

   El cultivo de viñas es histórico en Castilla-La Mancha, pero es a partir del siglo XIX, con la restauración del orden burgués auspiciado por los Borbones[1], cuando las viñas empezaron a sustituir las grandes extensiones de terreno baldío que las guerras del siglo XIX habían dejado en la Mancha. A esto vino a sumarse la epidemia de filoxera en las viñas francesas[2], que hizo que el cultivo de viñas se extendiera como una mancha de aceite por toda la región, dando lugar a que a principios del siglo XX la economía de la mayoría de los pueblos manchegos girara en torno a este cultivo.

   La cultura del vino que a principios del siglo XX se instauró en toda Europa hizo que todos estos pueblos vinícolas aumentaran considerablemente su nivel de vida, adormilando a la burguesía manchega, que no esperaba que esa riqueza fuera nunca a terminarse.

   Pero a finales de los años veinte y coincidiendo con el crash de Wall Street (1929), la epidemia de filoxera se adueñó ahora de las viñas manchegas, desencadenando la ruina de aquella economía.

   A principios de los años treinta, con la llegada de la II República (1931) se intentó sustituir las anteriores plantaciones de viñedos de variedad del país por variedades con pie americano, más resistentes a la filoxera. Pero el estallido y duración de la Guerra Civil abortó este proceso.

   En los años cuarenta y cincuenta se retomó esa iniciativa y las plantaciones ya se realizaban con pies de vides americanas. La economía española y europea seguía instalada en la cultura del vino.

   Sin embargo, a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, los nuevos aires que traían a Europa los soldados de los Estados Unidos de América estaban implantando en el continente el consumo de la cerveza y la Coca-Cola y el de combinados que no incluían en su formulación el vino, hábito que se generalizó a partir de los años sesenta. El vino se sustituía por esas bebidas en casi todos los hogares y lugares de ocio españoles y europeos, lo que supondría el final de la cultura del vino.

   Coincidió todo esto con la implantación del Tratado de Roma[3] y la nueva Política Agraria Comunitaria[4], a la que España, a pesar de no pertenecer todavía al Mercado Común, intentó adherirse haciendo que sus políticas agrícolas coincidieran con las europeas.

   Sin embargo, en los años setenta se auguraba poco futuro al consumo del vino, pues en los hogares europeos, así como la juventud en sus reuniones sociales seguía sustituyendo el vino por aquellas otras bebidas. Los litros de cerveza por habitante y año superaban a los de vino.

   En los años ochenta llegó la entrada de España en la CEE[5], y ahora tenía que implantar la política que se dictaba desde Bruselas. A principios de esa década la Política Común Europea había creado “los mares de vino y aceite”, “las montañas de mantequilla” y “los cerros de trigo”. Y esto reclamaba una transformación, pues los presupuestos agrícolas no daban para financiar aquellos excedentes. Desde Bruselas se tenía que iniciar una reforma de la política comunitaria.

   Curiosamente, el modelo que se les ocurrió a los políticos de Bruselas fue el que defendía el Partido Republicano de los EEUU para las elecciones presidenciales de 1932: la financiación de excedentes sería sustituida por ayudas a la renta, por primas de abandono de cultivos y por sustituir excedentes por subvenciones directas. Los agricultores manchegos que durante años habían vivido durmiendo un sueño dorado de “cultura vinícola eterna” estaban despertando de la forma más traumática.

   Cómo se había dado lugar a este desenlace. Qué había pasado para tener que arrancar los viñedos. La respuesta estaba en la historia, en la literatura reflejo suyo si recordamos a Sancho en El Quijote, hombre falto de empuje y siempre a la sombra de su señor. Los burgueses se habían dormido en los laureles del dicho unamuniano “que inventen ellos”, y esta dejadez, esta falta de miras de desarrollo para el sector con apertura de mercados y búsqueda de calidad e imagen, estaba pasando factura de la forma más atroz.

   Cuando se estuvo a tiempo de mantener la cultura del vino con búsqueda responsable de calidades, campañas publicitarias, promoción de marcas, ferias, no se había hecho nada, sencillamente nada. Y el espacio del vino lo ocuparon la Coca-Cola, la cerveza y los combinados sin vino (todos nos podemos acordar cuando, por ejemplo, en los intermedios de las corridas de toros televisadas en los años sesenta, con musicalidad pegadiza nos decían Siempre igual, siempre igual, siempre igual. Cerveza el Águila siempre igual… o ¡Coca–Cola refresca mejor…!, invitando a tomar estas bebidas en lugar de mostos o vinos rebajados como refrescos para calmar la sed).

   Y lo que entonces debería haber sido inversiones de futuro, a finales del siglo XX eran solo inversiones especulativas.

   La historia una vez más estaba pasando factura al Sancho español.

   Actualidad

   Aquellas ayudas al arranque de viñas fueron aprovechadas por muchos agricultores, que cambiaron sus planes de futuro; otros, en cambio, guardaron sus derechos de replantación, con una caducidad máxima de siete años, con vistas al rejuvenecimiento de los viñedos y paso de la cepa de vaso a la espaldera, como forma de mecanizar la recolección.

   Así se viene haciendo aproximadamente en los últimos veinte años, desde entre 2004 y 2005, habiéndose facilitado una producción de calidad gracias a que la uva no está en contacto con el suelo, se puede recolectar a la mejor hora del día, previniéndola del calor y el riesgo de fermentación prematura, y se transporta directamente a su molturación.

   La inversión en bodegas en el mismo curso cronológico, en las que ha desaparecido el hierro y el barro y los envases son en acero inoxidable, así como otros materiales modernos en las infraestructuras bodegueras que no afectan a la naturaleza de la uva, han favorecido la producción de un vino de calidad, la proliferación, por ello, de ferias nacionales e internacionales y, por tanto, el aumento de la exportación.

 

Manuel Villalta e Isabel Villalta



[1] Restauración Borbónica: entre finales de 1874 y el 14 de abril de 1931.

[2] Década de 1870

[3] Dos tratados firmados en Roma en 1957 que dieron origen a la Unión Europea.

[4] Uno de los elementos esenciales del sistema institucional de la UE. La PAC gestiona las subvenciones que se otorgan a los agricultores y ganaderos (Wikipedia).

[5] Firma del acta de adhesión a la UEE el 12 de junio de 1985, actualmente UE.

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