Soledades, de Jerónimo Calero Calero

El día 29 de abril, el poeta Jerónimo Calero presentaba en la Biblioteca Lope de Vega de Manzanares su cuarto libro de poesía, Soledades, una edición de Huerga y Fierro editores. Acompañados de la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Manzanares, doña Silvia Cebrián, me cupo el honor de ser quien lo diese a conocer al público invitado.


Soledades es un poemario muy personal y de anhelos y desesperanzas, como así he titulado mi comentario, que el autor ha ido trazando desde la voz credencial de la soledad, sumergido de lleno en sus esencias; en sus preocupaciones existenciales el poeta y en sus sueños. Porque Jerónimo Calero es poeta de lo metafísico y el deseo, del porqué y para qué de la existencia, la suya como individuo, y el anhelo personal y legítimo de escalar a las altas gradas del espíritu desde la sublimidad, que suele presentarse esquiva, y, tal vez, desde el mito tras la desaparición del ser. ¿Trascenderemos, o volveremos a la placenta de la tierra sin más grandeza, después de la ilusión y el esfuerzo de la vida?, es la pregunta que se hace.


El interesante poemario alterna composiciones coloquiales y líricas, en verso blanco a modo de prosa o de métrica correcta, éstas para los momentos más líricos. Aunque pesimista, también deja reflejos de buen humor y momentos oníricos llenos de belleza, hondas reflexiones sobre el hoy o el transcurso del tiempo y sencillas pláticas corrientes, no menos meditadas y argumentadas. Es la poesía del hombre de la soledad y el que está acostumbrado a dialogar con la gente desde su oficio de vendedor de tejidos, el que le ha dado de comer, que no por ello el principal, dado, sin duda, el rico alimento que le proporciona la escritura desde hace muchos años.


Soledades es, en fin, un libro de poemas donde se transparenta una persona de agudos pensamiento y sensibilidad y donde el lector podrá conocer mejor a su creador, este escritor admirado, y disfrutar de la exquisita profundidad del entendimiento y la palabra.


Jerónimo dejó explicaciones sentidas y sintéticas sobre su nueva publicación y, con cercanía de amigo, invitó a leer un poema a quien quisiera. Lo hicieron, por supuesto, sus colegas Antonio García de Dionisio y Manuel Laespada, así como su hermano.


Por mi parte, ya lo dije, el filósofo y escritor Umberto Eco decía que la lectura es una inmortalidad hacia atrás. Leyendo de nuevo a Jerónimo Calero se irá guardando en la posteridad los trazos deseados de la sustancia humana de este hombre entregado a la vida desde la preocupación de la muerte.

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