XVI Congreso AECLM celebrado el pasado 28 de octubre en Ocaña
Isabel Villata Villalta
INTRODUCCIÓN
La ponencia que expongo a continuación está documentada, como motivo principal, en el archivo memorístico y oral que me ha aportado un componente del destacamento de vigilancia y protección del Centro Penitenciario de Ocaña, destinado aquí entre los años 1975 y 1977. Él es mi marido. Igualmente, precediendo a la señalización de esos recuerdos, el ensayo aporta datos generales sobre el Edificio Penitenciario, su historia, su categoría o usos a lo largo del tiempo así como alguna referencia comparativa en su grado institucional, y explica, también, la etimología del topónimo Ocaña, el cual da, desde su lugar de emplazamiento, su nombre al Centro de Reclusión.
EL TOPÓNIMO OCAÑA
El topónimo Ocaña es un derivado del celtíbero a u c a, con significado de ´casa rural`, ´aldea` o ´poblamiento` (Galmés de Fuentes. Los topónimos: Sus blasones y trofeos (La toponimia Mítica). Real Academia de la Historia, 2000). En la evolución al castellano desde el paso por el latín, las dos vocales iniciales, au-, se contrajeron en o- (al modo de aurum>oro), lo que dio el repetido topónimo Oca que lo encontramos en Vizcaya, Burgos, Pontevedra, La Coruña, y Ouca en Braga y Aveiro. Los restos prehistóricos y romanos que se encontraron en el norte de la población de Ocaña se identificaron con la vicus cominarius, nombrada en el Itinerarium Antinini Augusti y, de este mismo modo, con el anterior asentamiento celtíbero. Los topónimos pueden ir acompañados de otra raíz etimológica que caracteriza el terreno en el que se sitúa el locus o topo. La terminación –aña viene de –ania, final que fácilmente se palataliza (comp. Hispania>España) y es una variante fonética de anna, onna, enna, cuyo valor es hidronímico y significa en la lengua celta ´río` o ´fuente`. Sabemos que junto a la población de Ocaña, en los descensos de la mesa orográfica donde se asienta la población, nacen los arroyos de la Vega y del Hollo del Moro y el arroyo del barranco de Ocañuela. Uniendo las dos raíces etimológicas, oca y ania, Ocaña viene a significar ´población rodeada de agua o de vega` El nombre de lugar Ocaña se encuentra relacionado con Saldaña (Palencia), Carabaña (Madrid) o Moaña (Asturias).
DATOS GENERALES SOBRE EL ESTABLECIMIENTO PENITENCIARIO
La población de Ocaña está íntimamente ligada a su Penal Penitenciario. La demografía del municipio recibe del personal de servicio del Establecimiento Carcelario una parte considerable de su número de habitantes, unos 10,500 en la actualidad de 2017, así como de otras asistencias de desarrollo en la población con él relacionadas.
El Penal de Ocaña fue construido en los años finales del siglo XVII y primero del XVIII, inaugurándose en 1701. Con sus remodelaciones y distintos usos a lo largo del tiempo, el edificio ha recorrido ya más de trescientos años de historia; por ejemplo, durante la Guerra Civil fue utilizado como Hospital por el ejército republicano (Iván Uría, documental Memoria viva 3-2-2015).
Como referencia comparativa entre los establecimientos penitenciarios, la Ley de 26 de junio de 1849 de Régimen General de los Establecimientos Penales mantiene los siguientes tipos de prisiones: Depósitos municipales, Cárceles de partido, Cárceles de capitales de Audiencia o Provinciales, estas últimas destinadas a la reclusión de presos hasta que se dicta sentencia, y Establecimientos penales o presidios como es el que estudiamos.
La clasificación de “Penal” para el Centro penitenciario de Ocaña, como la de los otros nombrados de su nivel, se debe a que es de cumplimiento de condena de delitos graves, sean políticos o comunes. Otros Penales de la misma categoría que el de Ocaña son, entre otros, El Puerto de Santa María (Cádiz), El Dueso (Santander), Nanclares de Oca (Álava), Cartagena, La Modelo de Barcelona o Herrera de la Mancha (Ciudad Real). Carabanchel, en Madrid, ha tenido una vida intensa pero corta: fue demolida hace pocos años habiendo sido construida en la década de los 40.
Los penales de Burgos, El Dueso y San Sebastián son también antiguos edificios penitenciarios que sí resisten como el nuestro el paso del tiempo (Iván Uría, Memoria viva 3-2-2015).
La población penitenciaria en España ha variado su número y culpas en las distintas etapas históricas. En el Penal de Ocaña hay y ha habido presos políticos y presos comunes: de ETA, por vandalismo, etc. Según los informes, desde 2010 la tendencia en el número es a la baja. Pero, del mismo modo, en los últimos años, como sabemos, los condenados recluidos en las distintas prisiones de España han cambiado su perfil: en general, de presos por delitos comunes o políticos, han pasado a políticos condenados por casos de corrupción (Iván Uría, Memoria viva 3-2-15).
El penal de Ocaña cuenta en la actualidad con unos 500 reclusos.
BREVE PERO DOLOROSO RECUERDO DE UN HORROR
Aunque sea duro recordarlo (y nadie hoy tenemos culpa o favor), hay que contarlo para memoria de nuestros horrores y errores patrios: si, como señalo arriba, durante la Guerra Civil el Penal de Ocaña fue utilizado como hospital, muy contrariamente entre los años 1939 y 1959 fue escenario de una gran matanza de presos pertenecientes al bando perdedor en la Guerra Civil. La masacre la condujo con frío tiento el llamado “Cura Verdugo”. Los presidiarios eran llevados en grupos más o menos numerosos al viejo cementerio de la población y les disparaban con una ametralladora. El capellán se encargaba de darles el tiro de gracia. Murieron de este modo 1300 presos políticos (Alejando Turrús para el documental Memoria viva, según las Memorias de Miguel Núñez, quien estuvo preso en este Penal).
“El cura verdugo” es el título de un poema que escribieron durante esos años atroces los reos de Ocaña. Está contenido en las Memorias escritas por Miguel Núñez, uno de los presidiarios.
Hay una novela titulada Penal de Ocaña, escrita, en aquellos años de guerra y posterior represión, por María Josefa Canellada, mujer que se enroló como enfermera en el ejército republicano tras ver su carrera de Filosofía y Letras truncada por la Contienda. La censura no permitió su publicación íntegra hasta 1964. Está adaptada a la escena por su nieta Ana Zamora e interpretada por Nao d´amores, en cartel, al menos, las dos últimas temporadas en el Teatro Abadía de Madrid. En palabras del equipo artístico, “es uno de los testimonios literarios más conmovedores acerca de la Guerra Civil”.
ARCHIVO DE DETALLES Y ANÉCDOTAS DEL PENAL ENTRE LOS AÑOS 1975 y 1977
I: GENERALES
1-Suceso anecdótico de no respeto al descanso dominical
Al filo del año 1975, no respetar el descanso dominical en España era todavía considerado, aunque leve, delito. Frente al Penal había un edificio de viviendas con un bajo comercial. Su propietario era un ciudadano italiano que, tras haber participado en la Guerra Civil, se estableció en España y en este local tenía un taller mecánico. En el edificio vivía él con su familia y tenía al menos otra vivienda desocupada. Se la ofreció en alquiler a un teniente de la Guardia Civil destinado en el Penal, por un precio más reducido que el que se pedía en otros inmuebles de la localidad. Un domingo por la mañana el hombre bajó a trabajar a su taller. El inquilino, perteneciente acérrimo al sector conservador, lo denunció. El italiano comentaba en el bar próximo: “denunciarme, el teniente, habiéndole echo el favor de cobrarle más barato el alquiler”.
2-Motín en el Penal
En los últimos meses de vida de Franco, también corriendo el año 75, se declaró en España una Ley de Adhesión a su figura (Ley que recogía otras similares anteriores). Los presos a favor del dictador que cumplían condena en este Penal enviaron telegramas informando de su adhesión. Esto fue notorio en el Establecimiento y produjo un serio rechazo y extremo malestar en los presos de ideología contraria, los que venían luchando por las libertades en el país y buscando vías hacia la democracia, razón por la que se encontraban recluidos. El choque de ideas entre las paredes del Establecimiento desembocó en un motín. Durante las horas que duró, uno de los funcionarios se vio atrapado en una galería con peligro de muerte, y un preso lo agarró y lo introdujo en su celda. Esto lo salvó de un tiro seguro. Por el ventanuco en alto de la celda, el funcionario hizo agitar su pañuelo para avisar a los suyos de que se encontraba allí, y un tiro del exterior le voló el pañuelo de las manos. No volvió a sacarlo. Cuando el motín fue reducido, el funcionario volvió a su trabajo y el preso protector tuvo un trato especial.
3-Primeros presos de ETA
Por los mismos años, los primeros presos de ETA que llegaban al Penal, antes de desatar la banda el ejercicio del terrorismo, eran personas no solo de trato exquisito sino, además, por lo general más formadas que el común de presidiarios, éstos procedentes en su mayoría de delitos por asalto o incluso muerte en sus acciones vandálicas. Aquellos presos de ETA, por tanto, estaban destinados al trabajo en la enfermería y la biblioteca del Penal. Desde el comienzo de la dictadura, como ya hemos podido ver señalado, y hasta el final de nuestro periodo histórico aquí acotado, 1977, el Tribunal de Orden Público (TOP) reprimía las conductas consideradas delitos políticos. Como es sabido, solo dos meses antes de su muerte, la justicia de Franco ordenó la ejecución de cinco hombres, concretamente, el 27 de septiembre de 1975, en un clima nacional e internacional en creciente e irrefrenable rechazo a su figura y su régimen. Al menos dos de ellos eran de la ETA menos desatinada de entonces, Otegui Echevarría y Juan Paredes Monot alias Txiki. Además del alejamiento constante de estos presos políticos de Penales de su tierra, lo cual causaba malestar a sus familiares y simpatizantes, que tenían que hacer concentraciones de desplazamiento para ir a visitarlos, estas ejecuciones sin tregua en las bocanadas finales de la vida del dictador fueron una de las causas que dio inicio al uso indiscriminado de la violencia armada en el grupo independentista.
4-El Lute en el Penal de Ocaña
Igualmente, de los presos por la brutal persecución del bandidaje en España, consecuencia de la extrema pobreza desatada tras la guerra, sufrida con mayor rigor por algunos sectores sociales perdedores, llamados ´de tercera`, el más célebre, mitificado por el franquismo, que visitó el Penal de Ocaña fue Eleuterio Sánchez “el Lute”. Desde la garita de vigilancia pudo ser visto por mi informador cuando lo sacaban por uno de los patios a conceder una entrevista a una periodista brasileña. El traje de los presos de Ocaña es de pantalón y chaquetilla en color azul; el del Lute era así pero presentaba un corte impecable, estaba hecho a medida, y el aspecto del reo era primoroso, bien afeitado y con el pelo cortado a navaja. El delincuente más idealizado y perseguido de la España de entonces tenía que dar, ante los medios de comunicación internacionales, imagen de estar bien tratado.
5-Dos curas del Penal
En el Penal de Ocaña había dos curas, don Porfirio, que era un hombre mayor y de ideología conservadora, y don José María, algo más joven y progre al que llamaban Chema. Don Porfirio, en voz suave y bajita pero en tono de ácido reproche, solía decir: “el jodio Chema, que solo se pone la sotana cuando sale a lavar el coche”. El día de la muerte de Franco, esa jornada gris de finales de aquel otoño histórico, la persona de la unidad de vigilancia y protección del que tomo los informes se encontraba, de nuevo, en una de las garitas prestando su servicio, bien arropado con su capa de paño verde. El cura Chema llegó a sus proximidades y susurró en un tono entre satisfecho y respetuoso: “que ha muerto el abuelo”.
6-Banda de Música del Penal
El Penal de Ocaña tenía en esos años banda de música, integrada por Guardias Civiles. Salían a tocar a diferentes pueblos del entorno, como Yepes. En Ocaña acompañaba la Procesión de Los Gitanos. Éstos los llamaban “los lagartos” (obviamente, por el color del uniforme).
7-Talleres en el Penal
El Penal de Ocaña tiene diferentes talleres donde trabajan los presos. Lo hacen por un salario; el de la actualidad es de unos 600 €. En aquellos años, el taller de marroquinería y productos de piel era de los más activos. También había imprenta, que, entre otras publicaciones, editaba la Guía CAMPSA. Para su distribución y venta en el exterior, los productos manufacturados que salían de los talleres los trasladaba un hombre con remolque y mula a la estación de ferrocarril.
II: PERSONALES
1-Juego de maletas y guía CAMPSA
El primer juego de maletas que tuvimos en nuestra casa lo adquirió mi marido aquí, cuando aún estaba soltero. Aunque arredrado, aún lo conservamos; es de color rojo, rojo de alegría como la juventud que lucíamos entonces y como pintaba el panorama futuro de España. Igualmente, nuestra primera Guía CAMPSA la adquirió mi marido en este mismo lugar. Inicialmente, este mapa de carreteras lo llevábamos en el Seiscientos que, nada más ser destinado a Ocaña tras terminar la Academia, se compró para ir a visitarnos en Membrilla a su familia y su novia. Después, naturalmente, ocupó otros modelos de coches.
2- Obra pictórica personal de uno de los presos
Un preso en régimen abierto, llamado de apellido Taboada, con afición de mérito a la pintura artística, a petición de mi marido que le entregó, sin decírmelo, una fotografía mía, realizó un retrato de mi figura de 18 años, grande y muy vistoso, un poquito adornado, que luce desde entonces en el vestíbulo de mi casa paterna en Membrilla. Fue un regalo desprendido y amable que valoramos mucho.
3-Residencia en una vivienda de la Plaza Mayor
Mi marido vivió en el Cuartel mientras estuvo soltero. Él y yo nos casamos en diciembre de 1976 y nos trasladamos ya juntos a Ocaña. Tomamos residencia alquilada en uno de los antiguos pisos de la hermosa Plaza Mayor. Recuerdo, con nitidez y la misma blancura plácida que ofrecía, la nevada que cayó en la madrugada del 6 al 7 de enero de 1977, causándonos al abrir la ventana una gran sorpresa.
4-Mis compras domésticas, paseos por Ocaña y compañera canaria
Los dos, o yo sola, mientras él hacía el servicio, bajábamos y subíamos las escaleras gastadas del oscuro portal. Hacía mis compras domésticas en un establecimiento de ultramarinos situado en el lado oeste de los soportales de la Plaza, bajo el Ayuntamiento. Paseamos algunas tardes por las calles de Ocaña con otra pareja recién casada procedente de las Islas Canarias. Nos tomábamos algo en algún bar y nos recreábamos por lugares solazados. Mi compañera canaria, cuando un par de noches coincidió el servicio de nuestros maridos, se vino a dormir a mi casa. Tras la charla alegre hasta dormirnos, ella, que no conocía el sistema de encendido y apagado de la luz colgando con interruptor en forma de pera sobre el cabecero de la cama, me decía: “apaga la mansana”.
5-Primer mareo
El primer mareo de mi primer embarazo lo sofoqué frente a un balcón abierto a la gran Plaza; en Ocaña concebimos a nuestra hija, que en la actualidad tiene 40 años recién hechos. Una flor.
6-Despedida de Ocaña
Después de permanecer en esta población apenas dos meses después de casarnos, mi marido, llevándome con él, salió por petición propia destinado el mes de febrero de 1977 a la Comandancia de Ciudad Real. Pocos años más tarde realizó estudios especializados de Policía Judicial, tomando puesto en Manzanares. Hace dos años se jubiló y esa población ciudadrealeña, a un tiro de piedra de la nuestra de nacimiento, Membrilla (“Un lugar en dos lugares/ son Membrilla y Manzanares”, dice Lope de Vega en su comedia El galán de la Membrilla), sigue siendo nuestro lugar de residencia. Tras la hija que se nos anunció aquí, tuvimos un hijo, y ellos nos han dado ya siete nietos. En cierta forma, una parte de ellos desciende de Ocaña.
CONCLUSIÓN DE LA PONENCIA
Este ha sido, en fin, un ensayo arraigado en aspectos de interés general (algunos muy dolorosos, pero la historia y sus archivos hablan y estamos en Ocaña) y de otros de aire anecdótico e íntimos recuerdos que atestiguan, por un lado, el valor lingüístico, histórico y social de la población de Ocaña y el de su Penal y, por otro, el hueco que la localidad tiene en el corazón de quien subscribe la ponencia y el agente del cuerpo de vigilancia del Establecimiento durante dos años, mi marido, donde él y yo nos independizamos de forma civil de la casa paterna, se nos anunció nuestra hija y, sobre todo él, pudo registrar detalles del transcurso de aquellos años de la historia de España, a caballo entre la dictadura de Franco y la incipiente democracia.
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