RETORNO A LA ACTIVIDAD Y MEMORANDUM

Después del último acto público, celebrado el 24 de febrero en el Museo del Queso de Manzanares, con motivo del I Encuentro de Escritores de las asociaciones de Madrid, Castilla la Mancha, Azuer de la localidad y otros grupos cercanos o relacionados; después de casi dos meses de apartamiento y reposo personal, realizando viajes que siempre rellenan el pozo de los saberes y dejan el espíritu en un cierto abandono, retomo actividades literarias.
Tomé el teclado y registré viajes, algo que siempre hago con sus aspectos culturales, particularidades del recorrido y aportación de las fotos más representativas, como un patrimonio familiar recogido también impreso que luego encuaderna Antonio, en sucesión de tomos, porque si no se olvidan como un paquete importante en las estanterías de un tren.
Empecé, a continuación, a preparar mi próxima charla pública, cuya petición me llegó a Marrakech de la Asociación cultural El Zaque, de Manzanares, interesada desde la investigación precisa en registrar la historia de la localidad en sus diferentes aspectos; tranquilamente, para cuando llegue el otoño.

ENCUENTRO PERSONAL CON FEDERICO GALLEGO RIPOLL
Luego, el día 20 de abril, Federico Gallego Ripoll y yo quedamos para tomar un café; él venía a Manzanares desde su residencia en Palma a presentar su último libro, Quien dice sombra, Premio Villa del Libro 2015, editado por la Fundación Jorge Guillén en 2017 y obra a la que yo le había hecho un largo y detallado comentario, aparecido en el número del mes de marzo 2018 de la revista cultural La Náusea, que dirige Mariam Raméntol.
Fue un grato encuentro, dos horas de charla y posterior paseo por las calles llenas de sol y brisa de abril. Federico habla y derrama sobre el espacio íntimo un chorro continuo de apreciaciones y conocimientos como el agua de una fuente mansa y bien nutrida. Habla y escucha, se intercambia con el interlocutor los jugos que fluyen desde las experiencias y las ideas. Posa sus facciones dulces sobre la mirada de quien tiene enfrente y sus gestos comedidos y naturales acompañan un encuentro de amasados y horneados tiempo y cultura, aprecio y amistad. En las tazas quedó café que olvidamos apurar.
A los dos días, sábado 21, lo volví a ver fuente rica y fresca, con chispillas irónicas, y otro nutrido grupo de escritores en Calzada de Calatrava, presentando a Pedro Antonio González Moreno, nuestro compañero y para mí también muy querido y valorado escritor-poeta que sube y sube… Que escribe divinamente. Era con motivo de la presentación de su novela La mujer de la escalera, distinguida el pasado 2017 con el Premio Café Gijón (Ed. Siruela). A quien ya la ha leído le ha fascinado; yo todavía la tengo pendiente. Seguirá su lectura; ahora seguiría viendo a Federico.


 



HOMENAJE AL LIBRO, ENTREGA DE PREMIOS DULCINEA Y VARIAS PRESENTACIONES DE LIBROS EN LA CASA DE CLM DE MADRID
Me puse ahora con el Encuentro en la Casa de Castilla la Mancha de Madrid, el pasado 24 de abril, para la celebración del día del libro en una mesa redonda.
Con la presencia en el estrado de Alfredo Villaverde Gil, presidente de la Asociación de Escritores de CLM y la secretaria Almudena Mestre, así como profesores invitados de la Complutense para valorar la actualidad del libro, el acto incluyó la recogida posterior por parte de nuestra también compañera Nieves Fernández, coordinadora de la obra, del Premio “Dulcinea” a la antología Cántiga, poetas de la provincia de Ciudad Real. Primer cuarto del siglo XXI (Ed. Ledoria 2016) que la Asociación concede anualmente a una publicación y, finalmente, la presentación, entre otros, de mi último poemario, El dolor de la música.

El salón de actos completamente lleno. El debate del Homenaje, reflexiones y comentarios sobre el libro y el soporte preferido en la actualidad, que si en tablet o teléfono móvil o, bien, de manera tradicional, impreso en papel. Que si la pantalla tiene mayor luminosidad, que si el uso del móvil produce aislamiento, que si esta tecnología permite llevar encima todas las lecturas que se quieran o necesiten… Que si la textura y aroma del papel, la posibilidad de subrayar o tomar notas en los márgenes, la necesaria industria de la imprenta… Yo defendí este último medio por reconocerlo capaz de proporcionarme, a mí personalmente, las ventajas de la estudiosa manipulación y de facilitar, a mí o a cualquiera, la posibilidad de seguir practicando la escritura a mano y verter, en ese ejercicio de sicomotricidad, los rasgos gráficos personales de la escritura mientras se hojea, se va pasando una página y se regresa a la otra o se consulta otro libro.
Pero, sobre todo, en mi breve intervención dentro del nutrido programa y la alargada y contrapuesta discusión, destaqué que, en el reconocimiento de las preferencias crecientes por el uso de los medios digitales de las nuevas generaciones, los libros en papel podemos considerarlos arqueología editorial. Un capital o patrimonio cultural a conservar, a tener, a preferir desde la conciencia de su tesoro, construido con materiales nobles, papel y tinta para su letra, sus estampaciones y su formato.

Dije después, también de manera muy breve, contenido y valores de mi libro, el undécimo publicado en mi producción en la alternancia entre investigación etimológica y creación literaria.

EL DOLOR DE LA MÚSICA (Isabel Villalta Villalta. Ed. Llanura. Colección Erato. 2017)
El dolor de la música es una memoria de España desde la posguerra a la actualidad. Lleva como hilo conductor y sensitivo los sonidos y músicas que nos han acompañado a los españoles en estos más de setenta y cinco años. Organizado a modo de concierto convencional, tiene tres partes, LENTO, ALLEGRO Y GRAVE, precedidas de un PRELUDIO y sucedidas de un EPÍLOGO. Cada una de ellas responde, primera, a los largos y lentos años de la posguerra (la música compasiva y alegre en los parterres de la infancia, la del afilador por las calles de ecos transparentes, casi dolorosos, la de las impuestas canciones de escuela…), segunda, al periodo de inicio al progreso y apertura a las libertades democráticas (la música electrónica de los guateques y discotecas, la de los festivales televisados, la de los conciertos multitudinarios…), y tercera, al tiempo presente de la crisis (la “música” que, en contraste real con la excelente formación de los profesionales, suena desde los auditorios de la política bronca y falaz).
Con su punto de crítica, por tanto, su veracidad creadora en experiencias propias y comunes y su sensibilidad humana, y un ritmo métrico ágil y medido, ingredientes necesarios, opino, para dar forma a una obra lírica que ofrezca interés y despierte emociones, este libro de poemas, 27 en total, salpicado, además, de términos musicales que actúan como motivos líricos de coherencia literaria, es, en resumen, las músicas que nos han construido a los españoles humana y socialmente en todo este tiempo y han marcado el carácter de la patria.
Un abandono personal sereno, que suena desde el interior que ha pasado por todos los compases de la vida, da cierre al poemario como un latido constructivo de plenitudes.

Di lectura al poema que da inicio a la primera parte:

Yo bailaba de niña en torno del templete
los domingos de luz,
farolillos, un pirulí de dulce…
Los padres conversaban
sentados en poyatas correctos de opiniones,
en baúles sumisos las censuras;
felices, sin embargo,
tras intensos trabajos semanales
que abismos levantaban
en lentitud de alas
                             de las nubes
y el fuego por las eras del verano.

Estábamos los niños sin dolor…
Trotecillos en torno del templete.
Amplias piezas vibrantes españolas
que sonara otro aliento tras langostas
y chimeneas mochas.

Granados, Albéniz, Turina, Falla…
Danzas, pasodobles, fandangos…

Domingos estivales de búsqueda
                                                    de gozos
detrás de las derrotas
más grandes y profundas,
aquellas que latían
tras todas las fronteras de mi parque.
(…)

Al finalizar el acto, los componentes presentes de Cántiga nos tomamos una foto.
Isabel del Rey, Antonia Cortés, Nieves Fernández, Fernando José Carretero, Natividad Cepeda, Cristóbal López de la Manzanara y yo misma.
Tertulia después y unos dulces, vino o mistela. Vendimos o nos intercambiamos libros. Fue muy ameno, alegre, distendido y alimenticio.
En la barra de la cafetería aún continuamos unos cuantos. Tres parejas decidimos irnos a la Plaza Mayor a sentarnos en una terraza y seguir con la charla. Antonio y yo no teníamos prisa, nuestro alojamiento estaba cerca y el día siguiente lo teníamos libre.
Cristóbal, mi paisano, que me dijo que había ido por mí al acto (es tan bueno en todo), y Mercedes su mujer, Nieves y su marido Jose Manuel y Antonio y yo. En los Galayos vimos la foto de la Generación del 27 cuando estuvo presente en ese mismo lugar, en la celebración del éxito del libro de Luís Cernuda La realidad y el deseo, y luego tomamos mesa fuera, al aire de la noche de primavera mientras la conversación sobre tantas cosas se enredaba en las fachadas históricas de la emblemática plaza. Nos sirvieron muy bien, machacón, torreznos y calamares y bebidas que le dieron más sabor a nuestro torrente de memoria en Membrilla o Almagro y todo lo manchego.







Nieves mostraba la medalla concedida a nuestra antología Cántiga. Nos despedimos noctámbulos, con risa y alegría y cada cual a su casa.




ÚLTIMO DÍA EN MADRID
A la maña siguiente Antonio y yo desayunamos chocolate con churros en la Churrería Puerta del Sol. Muy bueno. Después fuimos a visitar el Ateneo (por la Carrera de San Jerónimo, cerca del Congreso, se apreciaba el revuelo de la inmediata dimisión pública, que aún no sabíamos, de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes).

Nosotros nos solazamos en la bella Institución del Ateneo madrileño, en su galería de fotos de tantos personajes de la historia de España que estudiaron en sus aulas y han velado por el bien del país.
Para constatar el lugar con el cartel de ubicación del estrado, quise tomarme una foto impostada.

 
A la salida, fuimos bajando hasta Atocha para visitar en el edificio de Caixa Forum la exposición temporal sobre Andy Warhol.
Nos recreamos, entre muchos otros visitantes, en las imágenes más representativas y los detalles pequeños de la carrera de este gran creador gráfico estadounidense, innovador del arte pop del siglo XX. Compramos unos detalles para los niños en la tienda.

A la salida descansamos un rato en un banco del Paseo del Prado, percibiendo el frescor que llegaba del Parque del Retiro. Caminamos luego hacia abajo y en el restaurante más próximo a la estación de Atocha, sentados en una de las mesas de la terraza, nos tomamos una comida informal. Antonio una ración de calamares y yo un montado de bonito en escabeche con piquillos. Sin prisa, a pie casi de unas obras viales que descansaban ahora también para comer, y entre la afluencia alterna de grupos que, tras cruzar el semáforo más próximo, iban o venían al norte o al sur o la estación ferroviaria.

Tomamos el tren a las cuatro de la tarde. Descanso, lectura y comodidad; observación íntima de la razón de la toponimia en la orografía del suelo al mirar por la ventanilla, y fin de otro viaje cultural a Madrid.






El siguiente día 26, tras las felices tareas esta jornada con mis nietos, asistí en la Biblioteca Lope de Vega de Manzanares, a la magnífica presentación de Federico de su libro Quien dice sombra.
Unos cuantos amigos, que nos quedamos remolones junto a su estimada y extraordinaria compañía, nos tomamos otro buen rato de felicidad y tertulia cultural en la plaza.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Instagram