MAYO, LA SUPREMA INVITACIÓN DE LOS CAMPOS
Es
mayo el mes de la plenitud de la primavera. Desde las culturas antiguas se salía
a los campos a celebrar las flores y las siembras granadas, plenos de color y
perfumes y un oleaje de mieses con las espigas cabeceando como las puntillas de
la curva de la ola incesante. Incesante la vida renovándose siempre, inflamando
su continuidad y su flama, invitando la naturaleza a la unidad de las
sensaciones, una sinestesia de amor, de alegría y de paz. Los jóvenes se
citaban y tomaban los senderos y las praderas, las muchachas de mejillas
sonrosada de pétalo, cabellos al aire con coronas de mirto y vestidos ligeros hasta
los tobillos, y los muchachos de barba incipiente con vaporosas camisas y faldillas
de lino. Los escarpines volaban al correr de sus cuerpos que exhalaban
feromonas y destellos de amor. La Edad Media dio paso a las romerías, cuando
todos los caminos seguían llevando inconsciente o tradicionalmente a la Urbe,
cuando Roma era todo lo conocido aun por medio ahora del cristianismo, todo lo
conquistado y la celebración bucólica eran los innumerables senderos aun
fraccionados en miles de ermitas y un grandioso puñado de lenguas romances. Joeux
de vie, amour; gioia della vita, amore; alegría da vida, meu amor… Aunque
en tensiones de guerra que se alternaban con periodos de entendimiento, Europa
en mayo seguía siendo una fiesta de fusión con los campos, pero demasiadas
veces quemados al iniciarse el verano para privar a las gentes de manutención y
hartarla de hambre y de necesidades en mitad de galopes del crudo jinete de la
espada y su filo violento. Y demasiados jóvenes iniciaron el camino de las
Cruzadas, seguro que un poco más como aventura que por religioso
convencimiento, Acre, Jerusalem…, y las muchachas novicias de tez de terciopelo
y figura de junco verde regado de abril, francesas, belgas, suizas, italianas o
algunas españolas, encontraban en mayo otros amores de muchachos que apostaron
por la paz y su tierra.
Cantaban
los juglares anónimos en mayo la lírica castellana “Que por mayo era por mayo /
cuando hace la calor, / cuando los trigos encañan / y están los campos en
flor…”; siguieron en el Renacimiento, desde la tradición europea, los que ya
firmaban sus obras y se enamoraban de las pastorcicas, como lo expresan las Serranillas
del Marqués de Santillana: “Una mañana de mayo, / una mañana muy
fresca, entréme por estos valles, entréme por estas vegas. / Cantaban los
pajaritos, / olían las azucenas, / eran azules los cielos, / y frescas las fuentes
eran. / Junto a un arroyo más claro / que un espejo de Venecia, / hallara una
pastorcica, / una pastorcica bella… / Pastorcica de mis ojos, / admirado le
dijera…”. Don Íñigo las decía en el castellano antiguo que conocía, humilde,
rebajado a su señora, porque el amor encumbra, como en esta otra: “Dios vos de
buen año entero / ca de muy torpe lacayo / fariades caballero”. Mayo seguiría
inspirando a otros poetas en el Siglo de Oro, siempre, siempre, como al insigne
Lope de Vega: “En las mañanicas del mes de mayo / cantan los ruiseñores, /
retumba el campo…” O cabalgó hasta el XIX en el poeta andaluz Manuel Reina
Montilla: “¡Ven al campo de lirios y claveles, / mi bello y dulce bien! El
campo / de perfumes la atmósfera serena / y el mes de mayo irradia en los
vergeles. ¡Ven! Entre los rosales y los laureles”. El fulgor supremo de la
primavera siguió arrobando a poetas como Borges, “Mayo”: “Ahora es invulnerable
como los dioses: Nadie en la tierra puede herirlo, / ni el desamor de una
mujer, / ni la tisis, / ni las ansiedades del verso, ni esa cosa blanca luna
del universo. / Camina lentamente bajo los tilos”, o, por finalizar, a la
actual poeta nicaragüense Gioconda Belli: “No se marchitan los besos / como los
malinches / ni un crecer vano en los brazos; / siempre florezco con esta lluvia
interna, / como los patios verdes de mayo”.
Este
mes ha sido también un mes de pasiones exaltadas trágicas pero que han
contribuido a cambiar el mundo y a que la sociedad o la obsoleta tradición
educativa se transformara, como ocurrió con las violentas revueltas entre
estudiantes y policía del Mayo francés o Mayo del 68. París vio les paves
volando por los aires impulsados por los universitarios hartos de una tradicional
educación cerrada a impactarse sobre gendarmes, coches o cristales de
escaparates. A esos sucesos se les dedicaron canciones de rock y pop. Los Rolling
Stone cantaron “Street fighting man” (“Un luchador callejero”). Uno de sus
fragmentos dice “El verano está aquí y es el momento adecuado para pelear en la
calle”. Este, toma el nombre de una obra de teatro sobre la canción “Dancing in
the Street”, de Martha & The Vandellas: “Summer`s here and the time is
right for Dancing in the Street” (“El verano está aquí y es el momento adecuado
para bailar en la calle”). La canción fue compuesta por Mick Jagger después de su
asistencia a un mitin en 1968 contra la guerra de Vietnam en la embajada
estadounidense de Londres, tema que se convirtió en el emblema de los
disturbios parisinos que dieron la vuelta al mundo, ilusionando no solo a los
franceses. “Revolución” fue otra canción de los Beatles, “Ma liberté” lo fue de
George Moustaki, cantaron en esos tiempos de rebeldía y de cambios Leo Ferré,
Janis Joplin, Jacque Dutronc o, también, en protesta aquí en España contra el
régimen franquista, Raimon. El cantautor catalán ofreció el 18 de mayo de 1968 en
la Complutense de Madrid el recital más emblemático del antifranquismo, haciendo
que cientos de estudiantes y quienes participaron se sintieran más libres, con
más fuerza para luchar en la vida. “Al vent”, fue su canción (“La cara al
viento, / el corazón al viento, / las manos al viento, / el viento de todo el
mundo (…) buscando la luz / buscando la paz…”).
Mayo,
con sus perfumes y sus colores, sus alegres sonidos y su luz clara de días
dilatados, su combustión de vida y sus cosechas a punto es un mes para escribir
poemas, para componer canciones, para bailar en los campos, para bailar en la
calle, para enamorarse y sentirse dichosos… Pero si hay opresión, si hay miedo,
si existen amenazas, si las personas tienen que huir de su país porque allí los
matan, sin más; si hay guerra y el dolor que produce nos estremece, es
necesario rebelarse y decir basta a los tiranos. Basta, en mayo. La paz y la
justicia se consiguen con el esfuerzo de todos, el que cada uno podamos
aportar. Y es necesario, en mayo, bailar en los campos, bailar en las calles
sin que nadie impida el derecho de vivir y la libertad de ser felices.
© Isabel Villalta
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