APASIONADOS POR ESPAÑA

Finalista Premio Internacional Orola de Vivencias “Facer Españas” 2016

Isabel Villalta


La franja color gris hacía ondas

como un lazo del pelo del paisaje.

De nuevo nos llevaba el aire errante

y el gusto de otra luz y de otro acento

a ver lugares nuevos, la belleza coral de nuestra España.

Él llevaba el volante. Yo podía fijar de esta manera

más hondo la retina

y alzaba hasta mis labios emociones.

¡Mira, el sol es más radiante, y un río, los árboles son rojos…!

Inflamadas llanuras o sortijas serranas

penetrando Cervantes o Barojas,

los rezos con una epifanía en Silos o en Millán

los cielos o las simas de Atapuerca,

la luz de tres culturas en Toledo,

revueltas de moriscos granadinos

o bombas en Teruel o en el Jarama...

Túneles, puentes, cruces… Serpenteos,

el lazo saleroso recalando de inquietos arreboles 

nuestra rueda.

A cada lado vivo los bucles cultivados de los campos,

las tierras harineras, almacenes, las viñas y bodegas,

olivos y almazaras, caseríos. ¡Mira, toros, caballos,

y ves aquella torre con un aire mudéjar

-las flores de los pueblos esparcidas

como si la melena estuviera de fiesta-,

y aquel puente romano,

los árabes haciendo cabalgadas, el Cid y don Quijote…!

Sobre mi alma española de siglos y de siglos

todo se amontonaba.

El colage de la historia y los trabajos,

la hondura palpitante de todas las distancias,

El pincel de los siglos y la naturaleza

tiñendo y dando forma al aire del paisaje.


Descansos en las áreas de servicio,

un café, de la tienda un producto artesano de la tierra,

una cuña de buen queso de oveja,

un bote de aceitunas sevillanas, mantecadas o yemas,

pan quemao, sobrasada o licor de cerezas, una botella de agua…

De nuevo en rasos ágiles la cinta interminable

color gris luz y reverberaciones,

los montes, las campiñas, las dehesas…

La radio y los espacios comunican y ensanchan los latidos,

“reformas democráticas, festivales de Mérida o Almagro,

ayudas o recortes, inmigrantes…”;

la palabra, el idioma desde el hondo de iberos o de celtas,

la música y todas las imágenes y todas las tristezas y toda la belleza

colmando los “espejos cóncavos” de España

y nuestra ruta en deslizar rodante, en nuestro afán de nómadas.


O aparecen mechones como canas,

castillos como siglos, campanarios,

industrias apagadas… Dolor del abandono

y las ausencias. Lazo de progreso o raso de fracasos y nostalgias.

Molinos puede ser de molineras pícaras

hundidos en los lechos

o un museo de historia en atalaya…

Espirales, luz y sombra del paso 

de la vida y de la historia de España.


Acaece la noche. Un refugio y la cena, sensaciones,

sabores muy profundos de aceite y yerbabuena…

Un paseo en el pueblo o la ciudad,

arquitecturas vivas de alberos y enrejados,

una plaza vibrante, el rostro de vecinos

de alegría y ternura y hermosura morena.

Calles con otro asfalto y otros focos

y casas de otros fondos o de otras semejanzas.

Descanso, una cama de hotel y el sueño que procesa

la banda color gris y sus motivos,

el cielo boca arriba de España y sus estrellas.


Radiante la mañana. Aunque nieve.

Olivos, cal… La luz, tal vez, de Andalucía.

Los pueblos cordobeses,

los caños que moriscos irisan en los ojos,

naranjos, limoneros... 

                                    ¡Buenoh díah…!,

las eses que se escurren con infinita gracia…

Al lado de paisanos, tostada con aceite y un vino manzanilla

y arrancamos de nuevo.

Los cabos y los golfos, los valles y montañas

y un bucle en Finisterre

para seguir rodando por España.

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