Big Bang del tiempo


BIG BANG DEL TIEMPO
De Albacete a Saceruela,
de Toledo a la Ciudad Encantada o de aquí a la Alcarria

VIAJE DE SUEÑO POR LA MANCHA
Isabel Villalta Villalta

Ni siquiera en el fondo lo percibo
al dejar la ciudad radiante de bullicio y de semáforos.

Atenta a los atascos y los cruces
del nudo periférico, dejándolos atrás
me deslizo por la ancha carretera
en un C4 azul metalizado,
siguiendo su trazado dinámico y pulido,
las señales que ordenan o que informan,
marcando intermitentes, pendiente de otros cruces,
girando en las rotondas… Al fondo todo llano
de luz y claridades que se pierden.
Concentrada.
                     Enfilo por la A4
y el tráfico es más cómodo, dos carriles de ida
y otros dos de regreso. No hay excesivo tráfico.
Conecto una emisora con tertulia:
los temas encendidos de política
que me causan desganas o bochornos,
la violencia de género, las pateras… que hieren.
Escucho, abierta a la luz del paisaje…

El fondo son alfombras de campos bien cuidados,
algún tractor que labra, cuadrillas que faenan,
bodegas, parques solares o eólicos,
gasolineras, áreas de descanso;
casitas de otro tiempo conservadas
y otras derruidas y muchas actuales,
arboladas, con verja y con piscina.
A veces me adelantan otros coches
y otras adelanto, veloces contra el tiempo.
Por aquí todavía se diluye…

Alcanzo la salida de mi ruta
apartada, circulo más atenta,
se anuncian cruces nuevos, los rebaso.
Presiento que pudiera escabullirme
y conecto el GPS.

Atravieso una ciudad. Me detengo
en los semáforos. Veo pasar
hombres con maletín,
señoras con carpeta o a la compra,
jóvenes en atuendo deportivo
y hablando por el móvil, muchos otros
corriendo en short y camiseta
y a cascos conectados...
Cruzo delante de un parque y modernos
edificios que se alternan
con otros más antiguos, al fondo cruza un tren.
Me absorben las sirenas, los semáforos,
hormigueo de gente; me seducen carteles,
terrazas, monumentos, vitrinas, rosaledas…
No es imaginable, nada aún…

                     Salgo,
se queda atrás otra espiral urbana.

Avanzo. El móvil emite unos tonos
que no sé si me alegran o me inquietan,
atiendo el teléfono usando el manos libres:
mi hijo ha llegado a Nueva York;
allí pasará un tiempo en la central
de la empresa Sabores de la Mancha
(www.azafranvinoqueso.com)
con cargo de informático,
mejorando su inglés… Me siento aliviada.

Me desvío por una carretera
secundaria. Los pueblos se distancian;
la comarca que ahora atravieso
está menos poblada y no hay apenas tráfico.
Predominan espacios
detenidos en épocas pasadas...
Avisto un campesino con un mulo y su azada
en un pequeño huerto. Y ya encinares, jaras…
Empieza a respirar…

La población a la que voy a dar
la conferencia en torno del progreso
está detrás de un valle y montes encrespados.
Avanzo y su presencia
empieza a contenerme los sentidos.

Contemplo, conectada ahora a radio clásica,
paisajes casi vírgenes, Vivaldi serenísimo…
Ya no hay tráfico, el panorama es puro, solitario.

Desconecto la radio y me concentro.
Detengo el coche. Salgo. Todo es paz.
Enfrente se me muestran
unos cerros de pétreos perfiles,
estáticos, dormidos, ajenos absolutos
al mundanal bullicio, inmaculados,
allí desde el principio de la vida.
No hay nadie; soledad, brisa, perfumes…

Y me embriago de él, me abraza y lo rodeo,
rotundo y absoluto… este valle y los montes solitarios,
el origen espléndido del mundo.

Poema incluido en el libro colectivo Viajeros por Castilla-La Mancha, publicado por la AECLM en 2017,

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