Comentario de Federico Gallego Ripoll a mis dos últimos trabajos de poesía

Muchas gracias por tu últimos envío y felicidades por ambos trabajos. La Poesía es labor que exige la perseverancia de estar siempre alerta para cuando nos quiere reconocer con su presencia, y un trabajo sensato de buscar nuestros propios resortes para responder a su invitación de manera adecuada. 
Y está muy claro en tu “Poesía para la salvación”, que es una declaración de amor y de constancia. Muchas veces la Poesía no es sólo el lenguaje en el que hablamos a los otros, sino el lenguaje en que la propia Vida nos habla a nosotros, nos da coherencia y un sentido claro. Luego viene la cotidianeidad con sus rutinas, con sus plazos marcados, a señalarnos el ritmo del caminar, pero la Poesía siempre está ahí delante, arriba, como una estrella que nos traza el rumbo y se nos muestra más clara cuando la contemplamos con los ojos cerrados, inclinados hacia el centro del corazón. Los cuatro fragmentos en que se articula el poema (o los dos poemas, según como queramos mirarlos, yo prefiero entender estos versos como un trabajo unitario, lo que les da más coherencia) están muy bien hilados, y queda patente esta vehemencia tuya tan oral, tan directa y brillante de poeta que piensa siempre en ese otro extremo fundamental de nuestra poesía que es el destinatario, alguien que la completará al leerla o escucharla. Es la tuya, siempre, una poesía muy sonora, muy musical, donde la forma es también fondo, una forma que se vierte de ti a los demás con la naturalidad con que lo hace un líquido necesario, en ocasiones fluido como el vino y en otras más sosegado y lento como la miel en otoño. Ese reconocimiento explícito a nombres que nos son fundamentales (Neruda, Salinas, Rilke, Cernuda, Machado) te hace acreedora a sentirte acompañada por tantos como nos hemos nutrido (y nos continuamos nutriendo) por los mismos poetas, con los que hemos aprendido a sentir y a comunicar. Como poetas, escribir sobre el milagro de la Poesía siempre es un acto de gratitud, lógico en cualquier hijo agradecido, pues en definitiva, hijos suyos emocionalmente somos todos. Felicidades. 
También he leído con mucha emoción “El dolor de la Música”, que más que dolor es nostalgia por un tiempo y unas personas que ya sólo viven en nuestro corazón, reconocimiento a la humilde alegría de un tiempo de carencias, porque quizás no sabíamos que entonces éramos felices (ahora lo sabemos). Es un libro tratado con mucho cuidado, con mucha ternura por tu parte. Está muy bien este esquema tan claro como de sinfonía, en el que los tempos y los sones se mezclan con los recuerdos, la experiencia de tantos descubrimientos que nos fueron siendo la primera vez de cada cosa. Regresar a tu infancia es volver a la mía: esas palabras o frases no escuchadas desde hace tantos años (gañanadas, asperón, las sardinas de cuba, el pan y quesillo...) es leerlas y sentir el corazón compungido y la boca llena de agua. Sí, esa ternura tuya ganada por tantos diminutivos cariñosos: greñillas, añillos, gorrioncillos, zapaticos, terroncillos, pataconcillos...): bueno, bueno, cuántos recuerdos, cómo la poesía, tu poesía –en este caso- es una herramienta de evocación inmediata: aquella luz de entonces, aquella cercanía de las cosas, los afectos de quienes tanto nos quisieron... Y el mezclar con sabiduría, haciéndolos confluir en tu discurso, los músicos que nos comunicaron su lenguaje de magia y conocimiento: Vivaldi, Granados, Turina, Debussy, Albéniz, Falla, Beethoven, Bach, Malher... con la música popular que nos comunicaba otras emociones: la música melódica, San Remo, Yves Montand, pasodobles, Violeta Parra, boleros... Bien puede decirse que en este libro está la banda sonora de tu vida, o al menos de una parte importante de ella. 
Muchas gracias por incluir una cita mía entre las de otros amigos y maestros admirados. Has escrito un libro entrañable y emocionante, que es lo mejor a que podemos aspirar como poetas, a poner en funcionamiento los mecanismos de evocación de nuestros lectores. Lo has conseguido plenamente. Y además es muy bonito todo ese agradecimiento que vas mostrando en tus dedicatorias a tu gente tan querida. Es muy hermoso y supongo que para ti ha sido muy gratificante poder reunir en un libro tan variados homenajes a quienes, en definitiva, te han llevado a ser lo que eres, y además lo han hecho de manera espléndida, pues se advierte en estos poemas a una Isabel agradecida y enamorada de cuantos te dieron, con su amor, lo mejor de sí que podían darte. 
Muchas, muchas, felicidades, de corazón. Y muchas gracias por hacerme un regalo tan hermoso. 
Un gran abrazo.


Muchísimas gracias, gran poeta, generoso y gran amigo.

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