El sentido etimológico de la palabra ahorrar es dejar libre.
Se trata de un verbo formado por parasíntesis: combinando derivación y
composición. Su raíz, horra, deriva del árabe y es un adjetivo por sí solo de
muy poco uso en la actualidad pero que tiene memoria viva en nuestra cultura
y textos más antiguos y en nuestra literatura (Pensé [...] que el hurtar era
oficio libre, horro de pecho... (Cervantes)). Como perteneciente a esa categoría
gramatical, podía tener terminación femenina o masculina según con el nombre
que concordara o al que fuera a calificar. Se aplicaba, por ejemplo, a una oveja
que se le había muerto la cría y quedaba libre, horra para criar de nuevo; o a
un criado que no tenía amos a los que servir en determinado momento y era
hombre horro (Iban los esclavos que tenía ya horros... (Juan de Mal Lara)); y
también podía usarse en la forma plural si se trataba de calificar a dos o más
seres o cosas.
De esta forma, veamos en Manzanares el nombre que se le daba en
tiempos pasados al Castillo que existe en la localidad: Castillo de pilas
horras, en paralelo al que se ha oficializado, Castillo de pilas bonas. Ambos
términos, empleados sobre todo en los tiempos del origen de la medieval
construcción, tienen su completa razón de uso, pues, como ha sido averiguado
por los estudiosos, conducen a unas pilas existentes en esos parajes donde
abrevaban los ganados de la zona, esto es, unas pilas públicas o libres (horras)
y, al mismo tiempo, de un agua buena o potable para uso del ganado (bonas).
El que haya primado el empleo de bonas, sin duda se debe a que esta palabra
tiene un sonido más agradable, evitando la llamada cacofonía del lenguaje.
Y, siguiendo con la referencia que nos da el nombre de esta edificación,
observaremos que, al construirse (siglo XIII), nos encontrábamos en un periodo
todavía precario en la formación del castellano y, del mismo modo que aún se
conservaba en uso vivo el término árabe horras, por su parte bonas, en su caso
procedente del latín (bonus/bona/bonum), todavía no había diptongado su –o-
breve acentuada hasta convertirse definitivamente en buena (BONA>buena)
Además de la paradigmática terminación verbal –r de los infinitivos, el verbo
ahorrar adoptó en su composición, anteponiéndolo y fusionándose a ese
núcleo adjetival árabe, el artículo también del mismo idioma al con la pérdida
de la grafía y fonema l (al>a) (como ocurrió con muchas palabras del mismo
origen: azúcar, abarca, acequia..., y no con otras que sí conservan completa
la forma del artículo: albañil, alcalde, almanaque... De este modo, podemos
fácilmente diseccionar así nuestro verbo: a-horra-r.
En general los verbos se forman a partir de un nominativo o nombre y,
aunque nuestro término horro/a pertenezca a la categoría de los adjetivos,
como toda palabra de este grupo al anteponerle el artículo adquiere la
categoría de nombre. Así, la forma a- horro (únicamente con empleo de la
terminación masculina) pasa a ser sustantivo con el significado de `ahorro`, o
`el ahorro`.
Por su parte, la forma verbal tiene la variante horrar, sin el residuo del
artículo, en el castellano de Latinoamérica para expresar la idea de ́ahorrar ́,
quedando más claro el origen de la palabra.
Y, con los sufijos correspondientes, tenemos también en español el
sustantivo ahorrador y el adjetivo ahorrativo.
Así pues, aplicado al sentido de la economía monetaria, vemos que el
verbo ahorrar significa dejar dinero libre: libre de uso en el gasto, libre de
uso especulativo, libre de riesgo y sí en reserva para posibles necesidades
especiales o inesperadas. Y es precisamente lo que no se ha hecho en la
gran economía financiera o de los mercados y, en tantos casos, en la personal
o familiar en los últimos años con el dinero disponible: proteger una parte
para evitar catástrofes económicas como la que se está produciendo en la
actualidad. En muchos casos, se ha hecho lo contrario: o se ha gastado más
de lo que se ingresaba, o se han puesto en circulación especulativa esas
reservas (buscando el “pelotazo”, que se dice en español, a costa de la ruina
o la dignidad, qué más da), en lugar de hacerlo continuamente en inversiones
con futuro, seguras y que crean desarrollo humano y social: ciencia, educación
y cultura, fábricas, agricultura, Tercer Mundo...
Y la falta de previsión o en demasiados casos de escrúpulos de la economía
mundial nos ha metido en un marasmo que arrastra a buena parte del mundo
por una pendiente en la que, también en tantos casos, para salvarse hay que
agarrarse al matojo más indecente o irse directamente al despeñadero.
Esa es la etimología de AHORRAR, tener dinero libre para salvarse o salvar
a la sociedad, o invertirlo con responsabilidad y honestidad en bienes de
progreso para no producir estas tristes y desalentadoras situaciones.
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